Hoy os presentamos el poemario de Mario Sánchez Terrados, La Piedra Voz, a través de una reseña escrita por el propio autor cuatro años después de que fuera escrito. Un reencuentro con sus propios versos.
La Piedra Voz, será el poemario que se llevará a su casa el próximo ganador de la II Velada de Poesía Móstoleslam por gentileza de nuestro patrocinador, la editorial Cuatro Hojas.
La piedra voz, o las rocas mensajeras
La Piedra Voz fue concebido durante el verano de 2015 como un desprendimiento de pequeñas rocas mensajeras. Algunas vieron la luz en este poemario, otras quedaron guardadas en el fondo de un archivo.
La piedra voz, o las rocas mensajeras
Son poemas que tratan temas como la ruptura, el desamor, la familia o el desconcierto ante el futuro. A todos ellos los cohesiona, en general, un estilo repleto de imágenes, símbolos y un ritmo entrecortado, primitivo. Está completado con ilustraciones rápidas, hechas a rotulador, que buscaban deshacer nudos y que, para mí, narran visualmente parte de cómo era yo aquel verano.
Visto ahora, transcurridos cuatro años, no puedo evitar sentir mucho cariño y recordar la ilusión con la que abordé la publicación de este libro. Hoy lo escribiría de manera distinta, pero para mí es especial, cada poema lo elegí cuidadosamente, y en cada uno de ellos está mi voz, mi sinceridad y mi pasión.
En conclusión, este poemario es un trozo de mí que representa una época y una edad. La poesía siempre me ha ayudado para expresar lo que de otra manera sería incapaz de decir, lo que se me queda atravesado en la garganta, calcificado, pétreo. Es la manera más precisa de describir un sentimiento.
Sí, tal vez, podría haber dicho en voz alta, en aquellos momentos, un simple “te echo de menos”, y sería cierto, pero sería incompleto, se perderían muchos matices y mucha angustia, mucha necesidad que para mi condensa el verso “estoy suspendido del aire que antes respirabas”, por ejemplo. Para mí, eso es La Piedra Voz, la búsqueda de la precisión en el sentir, el desalojo de las piedras que no podía expresar de otra manera.
Agradezco poder mirar hoy este libro y releer los poemas que hay en él. Mi mayor ilusión es que el lector pueda conectar y sentir que estos sentimientos, estas experiencias, son tan mías como suyas y, quizá, deshacer también en él alguna de las piedras que yo deshice mientras lo escribía.
A veces me pregunto
el porqué
de mis decisiones,
justo
en mitad de la Tierra Pesar,
extraño vacío
que siento
al acordarme de ti.
Sabes tú que lees,
conoces el péndulo,
no soy tan frío como el oleaje
de este martes.
Me sorprendo de pronto
echando de menos
no solo personas,
también tiempo.
En la nevera había carne
y el agua sabía a agua y pendían de mi techo
los símbolos y los abalorios protectores
y al caminar
no pisaba el suelo
pisaba hojas que había tirado la noche anterior.
Hojas escritas
como bloques de edificios
dispuestos sobre el suelo.
Tardes de verano,
creo
que lo que volqué fuera
volvió a mí
mil veces más fuerte.
Esta sal rosa del Himalaya
sobre mis heridas tan comunes,
estos versos casi
como esencia de arritmia,
mírame
estoy jugando
por los pasillos de casa
como hacía años que no jugaba.
Mírame,
casi encuentro sentido
a este jeroglífico de sentir
la granada de mano
dentro del pecho.
Te echo de menos
y es tarde.
Echo de menos
a este niño que todavía vive
dentro de mí
y no conoce
ningún peligro.
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